Los populismos clásicos - Núm. 169, Febrero 2019 - Serie Informe Sociedad y Política - Libros y Revistas - VLEX 773193233

Los populismos clásicos

AutorRicardo Cubas R.
CargoHistoriador. Investigador y profesor asociado de Historia de América Latina en la Universidad de los Andes (Chile). PhD en Historia y MPhil en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Cambridge. Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú
Páginas8-11
Serie Informe Sociedad y Política 169
os llamados populismo clásicos en América Latina
son fenómenos que surgieron durante la primera
mitad del siglo XX. Algunos autores han sugerido
que estos movimientos pudieron prender en la re-
gión debido a la herencia hispánica y también que se deri-
varon del caudillismo decimonónico. Me inclino a pensar
que, más bien, se trata de un fenómeno mucho más mo-
derno. En la época de dominio hispánico existía un orden
institucional con pesos y contrapesos que impidieron la
instauración de algo parecido a un caudillo moderno. La
gura del rey difería esencialmente del líder carismático
contemporáneo, pues estaba enmarcada en el orden ins-
titucional de la época y su acceso al poder estaba deter-
minado por estrictas normas de sucesión. Los virreyes y
gobernadores estaban muy lejos de ser caudillos, pues
formaban parte integral de un amplio y complejo aparato
administrativo que subsistió por más de trescientos años.
Sus períodos de gobierno eran limitados en el tiempo, te-
nían el contrapeso de las Audiencias y debían dar cuenta
de su gestión al Consejo de Indias. Por otro lado, el poder
político no concentraba, ni pretendía concentrar, el mono-
polio cultural y espiritual de la sociedad, el cual estaba, en
gran medida, en manos de la Iglesia Católica. Asimismo, a
pesar de la existencia de una estrecha relación e interde-
pendencia entre trono y altar, ambas instancias conserva-
ban sus propias jurisdicciones, contrapesos, autonomías
y límites.
Respecto al caudillismo decimonónico, si bien este se acer-
ca más al modelo del siglo XX, su origen se encuentra en el
colapso de las instituciones virreinales y en el consiguiente
vacío de poder dejado por las guerras de independencia. Si
bien el caudillismo decimonónico debilitó las instituciones
políticas representativas y la conanza de la población en
ellas, sus líderes no tenían ni la capacidad de movilización y
propaganda, ni el discurso totalizante y mesiánico posterior.
Los populismos clásicos deben ser situados en una época
de cambios fundamentales en el mundo y en América La-
tina. Desde nes del siglo XIX la región vivió un rápido pro-
ceso de transformación política, social y económica pro-
L
2. LOS POPULISMOS CLÁSICOS
ducto de la expansión mundial del capitalismo industrial.
Así, entre 1870 y 1930, período conocido como el de las
repúblicas oligárquicas o conservadoras, se dio un proceso
de consolidación de los Estados nacionales, de extensión
de la educación pública, de fortalecimiento de las elites, de
expansión de las clases medias y obreras, de crecimiento
urbano, de desarrollo de la prensa y de los medios masivos
de comunicación, de mayor presencia del capital interna-
cional en las economías locales, de gran crecimiento eco-
nómico en base a la exportación de materias primas y en
algunos de los países más poblados -como en Brasil, Mé-
xico y Argentina, aunque también en Chile-, de desarrollo
de las industrias nacionales. En buena medida los cambios
económicos se pudieron dar por un alza de la demanda in-
ternacional y por los altos precios de las materias primas.
Todo ello produjo una transformación de las estructuras
sociales de la región. Por un lado, ahora existían clases me-
dias y obreras urbanas más grandes y cohesionadas, que
progresivamente fueron exigiendo mayores cuotas de po-
der y de representación política. Por otro -en algunos casos
como en los de México y Perú-, las demandas sociales del
mundo rural e indígena se hicieron cada vez más urgentes.
Como ha sido ampliamente estudiado, la crisis mundial de
1929 quebró este orden. Además de generar graves des-
equilibrios económicos, trajo consigo abruptos cambios
políticos y un profundo cuestionamiento al sistema. Se die-
ron golpes de Estado en toda la región y desde esa época
hasta el n de la Guerra Fría, el ejército -salvo en algunos
países como en México, Colombia y Costa Rica- se conver-
tiría en un actor central en la vida política latinoamericana.
Es pertinente que recordemos que la crisis dio un impor-
tante impulso a los movimientos revolucionarios de masas
con vocación totalitaria en el mundo: se consolidaba el po-
der de la Unión Soviética estalinista y surgieron el fascismo
y el nacionalsocialismo en Europa, presentándose como al-
ternativas frente al orden liberal, a la economía capitalista
y a las democracias representativas. Estos movimientos
no solo plantearon un cambio político-económico, sino que
ofrecían una visión englobante de la realidad, de la socie-
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