El rol del lugar y el capital social en la resiliencia comunitaria posdesastre. Aproximaciones mediante un estudio de caso despues del terremoto del 27/F. - Vol. 39 Núm. 117, Mayo - Mayo 2013 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 635661889

El rol del lugar y el capital social en la resiliencia comunitaria posdesastre. Aproximaciones mediante un estudio de caso despues del terremoto del 27/F.

AutorGonzález-Muzzio, Claudia
CargoResiliencia comunitaria posdesastre, vulnerabilidad

RESUMEN | Generar comunidades urbanas resilientes a los desastres es una necesidad, debido a que la mayor parte de la población vive en ciudades y estas son altamente vulnerables a la ocurrencia de tales eventos. Mediante un estudio de caso en el contexto urbano, se analiza el rol del lugar y del capital social en el período de emergencia luego del terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile. Los resultados indican que ambos factores modificaron fuertemente la resiliencia inherente de la ciudad y de su comunidad. Al verse sobrepasada inicialmente la capacidad de absorber los impactos generados por el evento, los habitantes de las zonas afectadas se vieron obligados a adaptarse rápidamente a la nueva situación, aprovechando para ello los recursos disponibles en el área. El surgimiento de nuevos grupos y comportamiento emergentes, así como laí características del lugar, contribuyeron positivamente a mejorar la resiliencia adaptativa de la comunidad. Estos factores deben considerarse en la planificación y/o reconstrucción de ciudades con mayores niveles de resiliencia.

PALABRAS CLAVE | capital social, planificación urbana, vulnerabilidad.

ABSTRACT | Generating urban communities resilient to disasters is a necessity, because most of the population lives in cities, which are highly vulnerable to disasters. By means of a case study in an urban context, the role of place and social capital is analyzed during the emergency period following the eartbquake occurred on 27 February 2010 in Chile. Results indicate that both factors strongly modified the inherent resilience of the city and the community. At first, citizens' capacity to absorb shocks generated b the event was surpassed, forcing people to adapt quickly to the new situation, drawing on the resources available in the area. The emergence of groups and unbeard of bebavior, as well as site cbaracteristics, contributed positively to improve the adaptive resilience of the community. These factors should be considered in planning and/or reconstruction of more resilient cities.

KEY WORDS | social capital, urban planning, vulnerability.

Introducción

A pesar de los esfuerzos hechos en todo el mundo a partir de la década de los noventa para disminuir la vulnerabilidad a los desastres y las pérdidas humanas y materiales causadas por estos, la población afectada por desastres "naturales" ha ido en aumento, así como los costos económicos de los mismos. Desde el año 2000 en adelante, más de 2,7 billones de personas se han visto afectadas, las pérdidas económicas alcanzaron 1,3 trillón de dólares y murió 1,1 millón de personas (The United Nations Office for Disaster Risk Reduction [UNISDR], 2012). El año 2010, el terremoto de Haití fue el más mortífero, con más de 220.000 víctimas fatales, mientras el terremoto de Chile fue el más costoso, con pérdidas que alcanzaron los 30.000 millones de dólares. Y en el terremoto de Japón en 2011 murieron casi 20.000 personas y se registraron daños por 210.000 millones de dólares (EM-DAT, 2012).

El aumento de la población vulnerable a los desastres no se debe solo al crecimiento demográfico, sino a que la gente se concentra mayoritariamente en áreas urbanas. Más del 50% de la población mundial vive en ciudades y, en Chile, se estimaba que--al año 2010--lo hacía el 87% de la población (Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2005), principalmente en las áreas centro y sur del país. Por ello, si bien la reconstrucción sustentable de las áreas dañadas tras un desastre es un imperativo, es necesario considerar que la mayoría de la población chilena es vulnerable a la ocurrencia de desastres gatillados por eventos naturales. Es preciso pensar en cómo reducir la vulnerabilidad de las áreas urbanas, no solo cuando han sido afectadas por un evento, sino con anterioridad a que ello ocurra. El saber que "somos un país sísmico" o "permanentemente expuesto a los desastres naturales", frases recurrentes en estos días, no basta.

Mediante el análisis de lo ocurrido en una comunidad urbana después del terremoto de 2010, se busca identificar cuál fue el rol del lugar y del capital social en la resiliencia comunitaria posdesastre durante el primer mes que siguió al evento, y dar cuenta de la interacción existente entre ambos factores.

Contexto

El terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile fue percibido por alrededor del 80% de la población del país y afectó a aproximadamente a 2,5 millones de personas. La magnitud registrada de 8,8 Mw (magnitud de momento sísmico) lo convierte en el sexto terremoto más grande del cual se tenga registro. Más de novecientas ciudades y localidades menores fueron afectadas, cinco de ellas con más de 100.000 habitantes y cuarenta y cinco de más de 5.000 (Ministerio de Vivienda y Urbanismo [Minvu], 2010).

La región del Biobío fue una de las que sufrió más daños, por lo que, en conjunto con otras tres, fue declarada zona de catástrofe tras el sismo. El colapsado edificio "Alto Río" en Concepción, se convirtió en símbolo de la tragedia a nivel nacional, mientras que el tsunami que siguió al terremoto afectó severamente a Talcahuano y San Vicente, una de las principales áreas portuarias del país, y también a importantes industrias y algunos poblados costeros de la zona, como Dichato. Al igual que en otras áreas, los sistemas de comunicaciones colapsaron y los servicios básicos se vieron interrumpidos por varios días, e incluso semanas. Inmediatamente después del terremoto, los saqueos fueron un grave problema en la región. De ellos fueron víctimas supermercados y grandes tiendas, al igual que como estaciones de servicio y pequeños comercios, al menos durante los primeros tres días, tras lo cual el Ejército se hizo cargo de la seguridad y hubo toque de queda por alrededor de un mes. La población se sintió en completo desamparo y las deficiencias en el actuar de las autoridades durante la emergencia, tanto a nivel regional como nacional, son fuente de debate hasta el día de hoy.

Resiliencia comunitaria, capital social y lugar

Durante los últimos quince años, la resiliencia comunitaria ha sido uno de los focos de estudio en la investigación sobre desastres, principalmente desde que se acordara el Marco de Acción de Hyogo 2005-2015, el principal acuerdo internacional para la reducción de riesgos de desastres, que promueve el aumento de la resiliencia de naciones y comunidades (Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres [EIRD], 2005). Para su definición y medición, últimamente se ha comenzado a considerar la relación entre distintos componentes de una comunidad, aunque aún no hay consenso respecto de si el concepto de resiliencia es solo aplicable a los sistemas sociales, o si es posible utilizarlo también en el caso de sistemas físicos o del medio construido. En esa disyuntiva, la mayor parte de la literatura existente sobre desastres considera de manera separada el capital social, por un lado, y el medio construido, por el otro.

Las definiciones de resiliencia están ligadas a los campos de estudio donde se emplea dicho concepto (González Muzzio, 2010). La primera definición fue propuesta por Holling en 1973, en un contexto ecológico, y luego han seguido muchos otros autores e instituciones (en el contexto de desastres, véase Mileti, 1999; Norris, Stevens, Pfefferbaum, Wyche & Pfefferbaum, 2008; UNISDR, Resilience Alliance et al., en U.S. Indian Ocean Tsunami Warning System [IOTWS], 2006; entre otros). En general, las definiciones coinciden en señalar que una entidad es resiliente cuando tiene la capacidad de mantener y/o recuperar sus estructuras y funciones después de una perturbación. Algunos autores consideran que la resiliencia solo es aplicable a personas (Ganor & Ben-Lavy, 2003), mientras otros apuntan a la interdependencia entre los sistemas sociales y los ecológicos (Folke et al., 2002 y 2005; por ejemplo). Los enfoques más integrativos sobre resiliencia, sin embargo, son recientes. Godschalk (2003) señala que una ciudad resiliente es "una red sustentable de sistemas físicos y comunidades humanas". Cutter, Boruff y Shirley (2003), por su parte, postulan que tanto el contexto geográfico como el tejido social determinan la vulnerabilidad de un lugar frente a un potencial desastre, entendiendo 'vulnerabilidad' como concepto opuesto a la resiliencia.

Una comunidad urbana es un sistema donde los ambientes construido, social, natural y económico interactúan y se influencian uno al otro (Norris et al., 2008, p. 128). Cutter et al. (2008b, p. 2) definen la resiliencia comunitaria en el contexto de la gestión de desastres como la "habilidad de un sistema humano de responder y recuperarse. Incluye aquellas condiciones inherentes al sistema que le permiten absorber impactos y enfrentar el evento, así como los procesos adaptativos posteriores que facilitan la capacidad del sistema de reorganizarse, cambiar y aprender en respuesta al evento; definición empleada en este caso.

El nivel de resiliencia de base o inherente de una ciudad (Rose, 2004) no es necesariamente un indicador de su grado de recuperación con posterioridad a un desastre, pues qué tan resiliente sea variará en función de la severidad del evento (Tierney, 2009) y de las respuestas iniciales de la comunidad (Cutter et al., 2008a). En este sentido, se debe considerar que planificar una ciudad cuyo soporte físico se presuma "resiliente; no necesariamente garantiza una rápida recuperación de la misma tras un desastre.

Cutter et al. (2008a) publicaron un modelo de resiliencia del lugar donde ocurre o puede ocurrir un desastre, conformado por el medioambiente construido, el sistema natural y el sistema social (Figura 1). Dicho modelo plantea que con anterioridad a la ocurrencia de un evento, el lugar presenta un nivel de vulnerabilidad y un grado de resiliencia inherentes al conjunto de sus componentes, que incluyen las dimensiones ecológica, social, económica, institucional, de infraestructura y de competencias de la comunidad. Cuando el...

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