Los imaginarios urbanos: de la teoria y los aterrizajes en los estudios urbanos. - Vol. 33 Núm. 99, Agosto - Agosto 2007 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 56955999

Los imaginarios urbanos: de la teoria y los aterrizajes en los estudios urbanos.

AutorHiernaux, Daniel
CargoTema central

Resumen

Partiendo de la necesidad de un regreso sobre el concepto de imaginarios, este artículo repasa, en primer lugar, las diversas aportaciones a la genealogía del concepto que podemos extraer de las ciencias sociales y las humanidades. Enseguida nos interrogamos sobre la relación entre imaginarios y espacio, demostrando su fuerte articulación desde la misma conceptualización de los imaginarios. En la tercera parte del texto, se hace un breve repaso de los diversos estudios existentes sobre imaginarios urbanos y en particular, se diferencian tres líneas: una dedicada a las prácticas, otra centrada en las representaciones y una tercera que busca la articulación de las prácticas con la experiencia espacial y el espacio vivido. Temas relevantes que surgen de las tres líneas son la pérdida de la ciudad, el impacto de la modernidad sobre la vida urbana, los nuevos estilos de vida ligados a la posmodernidad y, finalmente, el miedo y la falta de seguridad. Se concluye sobre la necesidad de abordal los imaginarios desde perspectivas de multirreferencias disciplinarias, sin menospreciar la dimensión material de la ciudad.

Palabras claves: imaginarios, ciudad, espacio, representación

Abstract

From a starting point of the need to return to the concept of imaginaries, this paper first reviews the various contributions to the genealogy of this concept that can be extracted from the social sciences and humanities. The paper then questions the relationship between imaginaries and space, revealing the close articulation between them from the very same conceptualization of imaginaries. Finally, the paper offers a brief review of the various studies of urban imaginaries, providing evidence of the differences between three approaches: the first dedicated to practices, the second representations and the third on the search for the articulation between practices and spatial experiences and lived spaces. Important themes that arise from these three approaches are the loss of the city the impact of modernity on urban life, the new lifestyles linked to postmodernity and, finally, fear and the lack of security. The conclusions relate to perspectives from multiple disciplinary references, without underestimating the material dimensions of the city.

Keywords: imaginaries, city, space, representations

Introducción

En los últimos quince años, una parte significativa de los estudios sobre la ciudad ha tomado una orientación radicalmente distinta a la que dominaba anteriormente. Como signos anunciadores de una nueva primavera susceptible de rejuvenecer los aportes que tradicionalmente se han hecho al conocimiento de la ciudad, han florecido estudios que desde las torres de observación de las disciplinas más variadas, o en ocasiones transdisciplinarios, proponen lecturas de la ciudad diferentes a las que imperaban hasta mediados de los años setenta.

Por lo menos, es posible identificar dos orientaciones en este florecimiento: como un primer conjunto, pueden reconocerse aquellos trabajos que se interrogan sobre la esencia de la ciudad, su persistencia misma en un mundo donde la extensión inconmensurable del fenómeno que llamamos urbanización deja planear dudas sobre el carácter urbano de las morfologías materiales y los géneros de vida resultantes. Por la otra, emerge una reflexión trascendental sobre la cara oscura de la ciudad (parafraseando a Pink Floyd): la dimensión subjetiva de la producción y la apropiación de la ciudad por sus habitantes. Cara mucho tiempo disimulada por la reflexión intensa y avasalladora que las décadas anteriores se hizo sobre la materialidad de la misma, las dimensiones subjetivas se ven ahora declinadas en todas las tonalidades discursivas y disciplinarias.

Este artículo no pretende tratar ambas orientaciones, lo que sería por lo menos demasiado ambicioso en el marco de un texto de reducida extensión. Sin embargo, aun si nuestras reflexiones se dirigen a escrutinizar el tema de la subjetividad, no dejaremos totalmente de lado la primera línea de reflexiones innovadoras: en efecto, las ideas vertidas por numerosos autores sobre temas como la desaparición de la ciudad o las nuevas morfologías urbanas, no están exentas en su esencia de una fuerte subjetividad, resultado de la percepción particular de los fenómenos estudiados que tienen los mismos autores y de los imaginarios urbanos que atraviesan, tal flujo sanguíneo, el cuerpo de sus relatos (Hiernaux, 2006a; Levy, 2003; Soja, 2001).

Por otra parte, reduciremos nuestro análisis a la componente que se suele llamar los imaginarios urbanos, ya que el tema de la subjetividad en sí es mucho más amplio y si bien recubre plenamente el de los imaginarios, no puede ser reducido a estos. Cabe aclarar que, como se expresará posteriormente, los imaginarios atraviesan todas las esferas de la vida. En este sentido, afirmar que la subjetividad está exenta de imaginarios sería evidentemente un error conceptual. Sin embargo, no todos los estudios sobre la subjetividad hacen referencia directa a los imaginarios. Es en ese sentido, que los imaginarios en sí forman parte de la subjetividad individual y colectiva, pero también asumimos que solo reflejan una parte de la misma, y es a esa misma componente que nos referiremos en este trabajo, y no a todo el análisis de la subjetividad, lo que superaría ampliamente el ya de por sí ambicioso propósito que nos planteamos aquí.

En un primer tiempo, hemos considerado útil regresar sobre el concepto mismo de imaginario: lo anterior obedece a que la producción reciente que se reclama parte de este tema, evidencia muchas indefiniciones, asimilaciones inadecuadas y relatos fantasiosos sobre el mismo concepto. Ello es fruto de una evidente deriva, muy frecuente en temas de índole cultural y fruto de una culturalización irreflexiva presente en no pocos estudios culturales, como lo ha señalado Carlos Reynoso (2000).

Enseguida, en un segundo tiempo, explicamos la relación entre imaginario y espacio, y, particularmente, reflexionamos sobre las posibilidades de aplicación del tema al campo de los estudios urbanos. Finalmente, en un tercer momento, se hace un repaso de las tendencias de los estudios sobre imaginarios urbanos a las cuales nos orientamos, para concluir con una reflexión sobre las perspectivas de los estudios urbanos desde los imaginarios urbanos en el contexto actual, y particularmente en el caso iberoamericano.

El imaginario: genealogía y consolidación de un concepto

Desde tiempos inmemoriales, la supuesta objetividad prohijada por la razón por una parte, y la subjetividad procreada por la sensibilidad por la otra, parecerían haber sido malas compañeras en el viaje intelectual de la humanidad: basta recordar, a manera de ejemplo, cómo Aristófanes se burló en su obra los Pájaros, de la pretensión de Hipodamo de Mileto, porque quería imponer la idea, descabellada para su tiempo, de que la traza de las ciudades tuviera que ser ortogonal. La filosofía occidental tradicional --que pretende ser científica y razonable-- se cuidó de incorporar en sus discusiones aquella capacidad de imaginación propia de los seres humanos, que demuestra una posibilidad noética para abrimos a otra realidad, posibilidad que la filosofía siempre ha pretendido constreñir solo a la poesía o la literatura en general (1), sin admitir que sea un campo fértil para sus propias reflexiones.

Por otra parte, algunos autores nos han recordado, de manera indiscutible, que la imaginación anclada en esquemas que son comunes a toda la humanidad --una cuenca semántica universal como la califica Gilbert Durand (1992)-- interviene como factor actuante no solo en la construcción del pensamiento, sino también en el ámbito de la actuación individual y social de los seres humanos.

Regresando a la historia de las ideas sobre el tema, es evidente que el siglo XVIII, prohijador del gran movimiento racionalista, engendró también un rechazo y un bloqueo a las reflexiones sobre el imaginario y su relación con la vida cotidiana de los seres humanos. En ese paisaje intelectual, la imaginación fue vista más bien como una facultad negativa que implicaba, en quienes la seguían, un rechazo a seguir los caminos comunes y correctos, trazados y señalados por la aplicación de la razón en el comportamiento humano: para los pensadores de la época, la imaginación era considerada como una "... potencia de embrujamiento del espíritu ..." (Guenancia, 2003: p. 45). Más reservado, Descartes mismo consideró a la imaginación como una facultad del espíritu para imaginar cosas, pero sometida a la capacidad de control ejercida por la razón. Por ende, esa capacidad de imaginar se veía mutilada, es decir, incapaz de crear un mundo propio.

Las tendencias positivistas que se fueron imprimiendo de manera cada vez más decisiva en las ciencias sociales, impidieron por décadas que se pudiera desarrollar una teoría más generosa en torno al papel de la imaginación en los procesos subjetivos y vividos de la humanidad. Solo en las corrientes idealistas y subjetivistas de la filosofía (que encuentran sus bases en el pensamiento filosófico del obispo Berkeley, por ejemplo) será factible encontrar elementos que no releguen a la imaginación a la celda donde el racionalismo pretendía encerrar a las locuras humanas, sino que le asignen un papel más positivo en la vida humana.

El final del siglo XIX y los inicios del XX generaron nuevas corrientes de pensamiento, entre las cuales destaca la fenomenología, que prestaron una mayor atención y sobre todo se manejaron con cuidado y una visión menos sesgada, sobre los fenómenos ligados a la imaginación y la subjetividad. En la línea de reflexiones como las de Simmel, Husserl, Merleau-Ponty, Jung, Cassirer o Bachelard, entre otros, progresivamente se consolidará un interés creciente hacia los procesos imaginales (2), que se desprenderán de la crítica racionalista, despreciativa y reduccionista que había elaborado la gran ola racionalizadora de los siglos anteriores. Así...

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