La ultima noche con Viki. - Núm. 46, Marzo 2008 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 68429576

La ultima noche con Viki.

AutorValdebenito, C

Tratándose de Viki, lo curioso no está en su oficio de secretaria, sino en lo sexual. En su casa hay pornografía por todas partes. Y cámaras expuestas a plena vista. Ella me muestra las cintas de las fiestas. Sus amigos merodean por el exterior y miran por las ventanas. En su trabajo la miran de reojo. Incluso, hay veces en que ven cosas y se excitan. Lo cual viene a ser una agradable distracción en su mezquino y feroz trabajo. Le hace bien y les hace bien. A todo el mundo le hace bien.

A casa de Viki vienen niñas de doce años. Se visten de putas callejeras y pueden proceder hasta de quinientos kilómetros a la redonda. Todo el mundo, incluido el púber con cara de zángano de la plaza, anda en busca de diversión. Viki dice: "Si te van las orgías, ven conmigo." Viki dice: "Desde que llegaste tú las mejores orgías de Chile se montan aquí." En casa de Viki puedes hacer todo lo que se te pase por la cabeza. Asesinatos: no, pero si mucha droga. Puedes culear, puedes masturbarte, puedes mirar imágenes cochinas o tu propia figura en el espejo mientras eres empalado por algún tipo, puedes no hacer nada. Aquí viene lo mejor de lo mejor. También lo peor. Ahora, todos somos viejos amigos. Vente a la orgía, Valdebenito: así verás el Sumo Apocalipsis de la Vida. La última noche se une a nosotros una chica alta y esbelta. Lleva una minifalda que le llega al ombligo, se nota que no usa calzón por que se le ve la pelambrera de la vagina. El maquillaje le recubre el afilado rostro de pájaro. Tiene los ojos grises, como de gato, y una sonrisa que emite señales.

-Sé quién eres -me susurra.

-¿Y quién eres tú?

-No sé. Ni siquiera tengo la impresión de existir.

Y añade, para el gordito, semi borracho, que esta a su lado:

-¿Existo yo?

-Te presento a Rosa -me dice Viki-. Tiene las mejores piernas de Concepción. Y te las está enseñando. Por lo demás, no, no existe.

El gordito se acerca a Rosa, le hace una reverencia palaciega y le toma la mano. Es un gordito insignificante. El gordito le esta susurrando algo al oído. Ella lo aparta con un gesto. Pongo mi mano en la pierna de Rosa. Rosa se queda mirando el techo con los ojos inyectados en sangre, como si yo fuera un depravado. Rosa dice:

-Eres un ignorante, un vago, un egoísta. Un consumidor chileno de mierda. Tus amigos son autenticas nulidades, el típico hombrecillo al que van dirigidos los anuncios de automóviles. De lo único que hablan es de cómo ser un gran artista antes de los veinticinco años ... sin trabajar...

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